Berlín

-Bueno ¿y qué vas a hacer cuando acabes la carrera?

-(Se ríe) A ver... una cosa, primero, yo estoy muy bien con Shilda, nos va genial. Pero por otra parte sé que esto es algo que seguramente cuando acabemos de estudiar y compartir piso acabe. Tal vez me vuelva ambiciosa... busque trabajar fuera, tal vez jamás vuelva a enamorarme, ni enchocharme así con nadie, pero folle de vez en cuando buscándolo, aún sabiendo que no lo voy a volver a encontrar.

-(No reacciona, se queda sin palabras ante tanta crudeza. El dar ya por acabado algo que en gran medida ve perfecto.)

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-¿Tú también lo viste?

-¡Sí, sí! Que salía Paco León contando los años que él estuvo viviendo allí, desde entonces tengo ganas de ir a Berlín. Dios es que fue tan liberador darme cuenta de que había un sitio así. Todo lo que vi, todo eso quiero conocerlo.

- Estoy ahorrando, ya llevo 200€ para el viaje allí.

-200€ es muy poco, se te va volando.

- Mi madre me ha dicho que lo mismo me echa una mano, ella me apoya. Es más ella misma me lo propuso.

- ¿Sí? Dios, que suerte.

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-Pero después... me refiero a cuando termines la carrera, simplemente ¿vas a sacarte las oposiciones y a currar en el mismo sitio hasta que te jubiles? ¿No crees que cuando lleves unos años tendrás ganas de irte?

-Pues claro, si siempre he estado viviendo aquí y siempre he tenido ganas de irme, pero es el primer paso para hacerlo, tener un sueldo, poder salir de casa... (suspira). Ahora con el tiempo lo llevo mejor, pero eso no quita que tenga unas ganas horribles de irme. Bueno... es sólo que pienso que es una buena vida, con vacaciones pagadas todos los veranos y tiempo para decidir que hacer. Siempre puedes pedirte becas y para para hacer investigaciones y tal... Me gustaría ir a Sudamérica, trabajar allí.

- A mi también (sorprendida)

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No hay recompensa tras la propuesta de dejar de pensar un rato, sólo esa ventaja de tener por un momento la mente despejada. Las cosas no suceden de inmediato, no puedo cambiarlo, pero no por ello voy a dejar de desearlo.

Debo dar las gracias

a las conversaciones en las que te planteas

tu vida,

a los personajes de ficción

que inventan las películas

y a los de no ficción

los que viven entre tú y yo.