jueves, 10 de marzo de 2011

Verdad, verdad, verdad que...

Me gustaría creer que soy capaz de influir en unos pocos, me gustaría creerlo, de verdad. Supongo que escribo porque tengo necesidad de no quedarme con ésto en el estómago hasta que estalle. Se me han ocurrido tantas cosas en la ducha, tantas cosas que no quiero que nadie sepa, que no quiero ni saber yo, pero en estos días siempre tiene que aparecer alguna, es cómo ese tipo con el que no te gusta cruzarte pero sabes que casi siempre está allí, a cualquier altura de esa calle, a esa hora... Y tienes la esperanza de que no esté para que no te mire de esa manera. Hay veces que con las gafas de sol crees que no te ve, pero las gafas dejan pasar restos de tu mirada. ¿Y qué pasa ahora? Nada, a volverlo a evitar. Vivir la vida evitándolo, vivir con la cabeza agachada, cambiar de camino... No me niego. A cabezota no me ganas.

¿Luchar contra qué?
Ahora es cuando te ríes y recuerdas a Emilio haciendo teatro minimalista, ahora lo entiendes todo. Te das cuenta de que mi vida es una broma, y que nada de lo que pueda decirte hoy vale la pena, que no vale la pena que le busques un sentido a ésto.

No sé si te conté lo que pasó en Carnaval.
Aquel día fue cansado -venga poner la estrellita de Sheriff en ese hilo infernal- pero todos bailaban y andaban de un lado para otro disfrazados. -Yo fingía querer bailar- era un intento de... intento... int... Se quedó en intento, ya está. -No, no fingía quererles.- Sabes que lo digo de verdad.

Yúju!!

Y así todos los meses =)